Análisis de la Propuesta
- Yurany Ospina
- 27 may 2018
- 3 Min. de lectura
En la mayoría de las familias implicadas en nuestro estudio identificamos, que realmente necesitarían aprender a ser más permeables, es decir, a desarrollar la habilidad de incorporar a su dinámica de vida, experiencias de otras familias o instituciones; también necesitan desarrollar la capacidad de cambio en la estructura de poder y en los roles y reglas, cuando alguna situación concreta lo amerite, es decir, adaptarse a las nuevas situaciones, lo que implicaría no ser herméticos ante las demandas de lo cotidiano.
Aunque la comunicación y la cohesión son identificadas en menor medida (desde el punto de vista numérico), no podemos ignorar la necesidad de entrenamiento en nuestras familias en este sentido, en tanto se refieren a la unión física y emocional de todos los miembros de la familia para la solución de alguna situación, aunque sea de la cotidianidad, y la posibilidad de expresión de afectos y de criterios sin temor al rechazo de los otros, y estas son características importantes para una dinámica relacional que garantice la funcionalidad del grupo como un todo.
Los implicados en la investigación sienten la necesidad de aprender a ser capaces de trasmitir sus experiencias e ideas sobre determinado asunto, de forma clara y directa en el seno de la familia, y eso no es otra cosa que poder comunicarse ampliamente en ese grupo.
Identifican además, la necesidad de que cada miembro de la familia cumpla con las responsabilidades y funciones que el propio grupo ha convenido; es decir, cumplir con el rol designado en la familia, y reconocer que necesitan lograr una correspondencia entre los intereses individuales con los de la familia en general.
La efectividad del programa aplicado la consideramos a partir de la comparación de los resultados de la prueba de percepción del funcionamiento familiar, aplicada antes de la intervención, y luego de de concluida esta. Se evaluaron los resultados en cuanto a la disminución de las necesidades de aprendizaje de los participantes de las situaciones exploradas en la prueba y la modificación de la funcionalidad de las familias. Se observó también un decrecimiento de las NA en todas las categorías del funcionamiento familiar exploradas.
Los resultados en cuanto a la modificación del diagnóstico de funcionabilidad familiar se incrementaron, pues aumentaron las familias funcionales y hubo una disminución de las moderadamente funcionales y disfuncionales. Corroboramos como válida la condición inicial por la que fueron seleccionados los individuos que participaron en las sesiones de trabajo: ser escuchados por los restantes miembros del grupo, ejercer influencia en la vida de la familia, quienes evidentemente, extrapolaron el aprendizaje logrado a sus familias de pertenencia.
Los cambios ocurridos son significativos de acuerdo con las pruebas estadísticas aplicas, y pueden ser atribuidos al programa de intervención educativa desarrollado, por lo que se considera que este fue efectivo.
Se diseñó el programa de intervención familiar ajustado básicamente a esas necesidades de los participantes. El progreso de las sesiones se evaluó como positivo e interesante y se consiguió que las familias adquirieran una mejor percepción de sus problemas y de los recursos con que cuentan para afrontarlos y superarlos.
El programa resultó efectivo, lo que se evidenció en una disminución de las necesidades de aprendizaje con respecto al funcionamiento familiar, y una mejoría de la funcionalidad de las familias, reflejada en la modificación positiva de los diagnósticos. También se logró un buen impacto entre los participantes y los miembros de las familias, que expresaron sus expectativas de que el trabajo de intervención provocaría cambios positivos en el funcionamiento y desarrollo familiar.
La estrategia de intervención educativa logró modificaciones positivas en las familias estudiadas, y se considera que las preparó para futuros afrontamientos de sus problemas y conflictos durante la vida familiar.

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